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lunes, 1 de junio de 2009

TE PREOCUPAS?

Hay de preocupaciones a preocupaciones y hasta cierto grado es normal que algo nos inquiete y que mantenga por un buen tiempo ocupada nuestra mente hasta el momento en que encontramos una solución.

En todo caso lo mejor sería ocuparnos del problemas, en lugar de preocuparnos,

Pero hay casos que rayan en lo obsesivo y que si se dejan pasar pueden ser un serio problemas, tanto para el que lo padece como para los que lo rodean,

Este tema trata de las PREOCUPACIONES EXCESIVAS, y aqui está este artículo tomado de la red.

¿Tienes preocupaciones excesivas? ¿Te preocupas con más frecuencia de la que desearías?. Imagino que habrás contestado que sí a las dos preguntas anteriores. No sé si por suerte o por desgracia, pero hoy en día todos tenemos demasiadas preocupaciones, incluso algunas veces podemos sentirnos desbordados por ellas, y sin tiempo para nosotros.

No voy a hablar aquí de esas preocupaciones normales por cuidar nuestra salud, por conseguir y mantener un puesto de trabajo, por sacar adelante todas esas asignaturas de las que nos hemos mariculado, o por intentar ser un poco más felices.

Quiero referirme a esos pensamientos que se nos meten en la cabeza y no hay quien se libere de ellos. Esos pensamientos insistentes que nos vienen a la cabeza sin saber por qué, sin desearlo y sin poder evitarlo, a pesar de saber que son absurdos e irracionales.

Esas ideas o pensamientos insistentes que dominan a la persona, al menos de manera intermitente, a pesar de que ella lo considera absurdo e injustificado, se conocen en el campo de la Psicología como "obsesiones".

Las obsesiones tienen que ver con los temas más variados, pero por citar algunas me referiré a las siguientes:

  • Miedo a la enfermedad, la persona piensa que puede contraer una enfermedad al estrechar la mano de cualquiera, que puede contagiarse de alguna enfermedad incurable.
  • Dudas repetitivas, preguntarse a uno mismo si ha realizado un acto en concreto, por ejemplo pensar que se ha atropellado a alguien con el coche, dudarlo y tener que mirar hacia atrás una y otra vez. Otro ejemplo, la sensación de haber olvidado cerrar la puerta con llave teniendo que comprobarlo una y otra vez con la consecuente pérdida de tiempo que ello supone.
  • Necesidad de disponer las cosas según un orden determinado, sentir intenso malestar ante objetos desordenados.
  • Sensación de ir a tener un impulso de carácter agresivo, por ejemplo miedo de ir a herir a un niño o a gritar obscenidades en una iglesia.

Estos pensamientos o imágenes no constituyen simples preocupaciones por problemas de la vida cotidiana real, no son inquietudes por dificultades de un momento determinado, son mucho más.

Estos pensamientos que se imponen a la persona suelen ser de carácter negativo, de una u otra forma, dicen a quien los padece que algo malo puede sucederle. Para anular o al menos neutralizar el efecto de estos pensamientos suele hacerse algo, suele realizarse una conducta que viene prácticamente impuesta por la ansiedad que generan esos pensamientos.

La conducta que se realiza para eliminar el malestar que produce ese tipo de pensamientos (obsesiones), se denomina "compulsión".

A estas acciones se les atribuye un carácter casi mágico. Uno puede llegar a pensar que si no se realiza la conducta, entonces se cumplirá ese temor que nos tiene obsesionados.

Si la persona consigue acabar con esa idea que le ha abordado (por ejemplo, se dice a sí mismo que es una tontería y se pone a pensar en otra cosa), tal vez ese pensamiento deje de tener importancia. Pero si se repite y la persona no logra controlarlo, lo más probable es que inicie una conducta que en cierto modo la proteja de lo que ha pensado.

La importancia de las obsesiones, dependerá del grado en que afecte a la vida cotidiana de la persona. Así, si alguien tiene miedo a contraer una enfermedad y deja de salir, evita relacionarse con los demás o abandona el trabajo, nos encontramos ante una obsesión bastante grave. En este caso es muy probable que esa persona haya iniciado una serie de conductas que repite de manera ritualizada y que sirven para que la persona se sienta menos molesta con sus pensamientos.

¿Qué hacer?, nunca tirar la toalla, este trastorno es de los más duros para la persona que lo padece y para los que están a su alrededor. Hay que restar importancia a los pensamientos que se imponen una y otra vez e intentar no realizar la conducta que sigue a dichos pensamientos. La solución no es algo sencillo y requiere mucho tiempo. Es posible que incluso tras el tratamiento adecuado, la persona tenga que seguir poniendo en práctica las estrategias que ha aprendido para que el problema no vuelva a aparecer.

SILVIA BAUTISTA

Publicado en El Pelícano, febrero de 1.999